En lo que suponía ser la culminación de un año de manifestaciones para ventilar las agravios de grupos laborales y sociales, una gran multitud se congregó hoy en la capital nacional para marchar hacia la Plaza de Bolívar. La noticia de tal evento sin duda causó algo de conmoción en las mentes de ciudadanos aún perturbados por memorias de la violencia que marcó anteriores manifestaciones este año. Sin embargo, a pesar de unos atisbos de arengas retóricas y combativas, por parte de los manifestantes y la obvia preocupación de las autoridades, la jornada de manifestaciones de hoy terminó sin incidentes.
Marchando desde la Universidad EAN y encabezado por Primera Línea Bogotá (PLB), una multitud de manifestantes marchó en dirección sur; Algunos llevando overoles de trabajo negros, cascos y estandartes de tela como capas y algunos más con vestimentas ordinarias, caminando lentamente mientras gritaban arengas ondeando pancartas y banderas caseras. La policía estuvo presente durante toda la jornada, con agentes que escoltaron a los manifestantes –ESMAD incluido–esperando con sus motos en partes donde se planeaban conatos de protesta.
En contra de las expectativas de muchos, los manifestantes no mostraron señales de la violencia ni de perturbación de la paz de los Bogotanos, sin embargo hubo cierres en algunas calles, pero el esperado alboroto nunca se materializó.
Si alguien planeaba actos de violencia, la naturaleza conspiró en contra. A la una de la tarde, lo que comenzó como una leve lluvia, gradualmente escaló hasta llegar a un aguacero torrencial. Esto, probablemente junto con la fuerte presencia de la policía, llevó a las manifestantes a una pronta conclusión, con la multitud dispersandose sobre la Carrera 30, los cuales después de unos lánguidos discursos por parte de sus líderes emprendieron la retirada.
Aunque la jornada de hoy terminó pacíficamente, sin duda no todos en Bogotá podrán descansar tranquilos. Después de todo, hay más paros y manifestaciones planeados para este mes. Si aprendimos algo de los eventos de este año es que los inquietos elementos de este país no descansarán hasta que sus voces sean oídas–y el clima nunca será un impedimento para aquellos que aún traen atorados los gritos de protesta en sus gargantas y la esperanza de cambio en sus banderas.
El reportaje de Daniel Calderón contribuyó a este artículo.